En un mundo que se pauta desde las guerras y el hambre, estas humildes publicaciones se convierten en manuales de autoayuda para jóvenes que comienzan a sufrir los avatares de la vida real, y no de la que vemos en televisión, sino de aquella que duele, asfixia, deteriora. No hace falta ser una mente superior para darse cuenta de que el cantante vegetariano se niega a crecer, digiriendo su propia pócima, preparada con dosis exactas de discos, canciones, fanzines, dibujos y un gran porcentaje de inocencia.
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