Dejame que te cuente un cuento. Un cuento que estoy segura, nadie
te contó nunca. Es la historia de una vida. Y como es muy trillado (lo sé) me
voy a ahorrar el "Había una vez...", sabes que no sería mi cuento si
empezara así.
Una vida crece al ritmo de la persona a la que le fue regalada. Hay
vidas que merecen ser imitadas y hay vidas que se gastan porque la persona que
las tiene no merece vivirlas. Deberías saber, si no lo sabes aun, que para
tener una vida plena, lo primero que elijas estudiar cuando salgas del
secundario lo dejarás al año o a los dos años para dedicarte a lo que realmente
te gusta. Recordá, eso sí, que seguir la carrera que quiere papá no te va a
hacer mas feliz a vos, lo hará mas feliz a él.
Es mentira que hay cosas que el dinero no pueda comprar, sin
embargo, tener los botines mas caros no hace que juegues mejor a la pelota, ni
las fotos retocadas, al borrarle las arrugas, te devuelven los minutos que
perdiste.
El primer trago de cerveza y la primer borrachera, o incluso la
primera vez que "estes" con alguien te parecerá espantoso (si no lo
estuviste ya), pero si alguien te pregunta, le dirás que fue fantástico.
Aun así, vas a extrañar el secundario en muchos momentos de tu
vida, sobre todo cuando tomes cerveza y veas fotos viejas; o al ver cuanto
cambiaste en el espejo y que los amigos de hoy, o los de ese momento, no son
los mismos.
Y aunque te parezca que muchas de las cosas que te pasan o te
pasaron no hayan sido muy agradables, no bajes los brazos nunca; una vez leí en
un libro muy grueso que un hombre muy sabio murió hace mucho con los brazos
abiertos. Así, quizás, dentro de mil años, cuando estés viejo y mires hacía
atrás, sabiendo que queda muy poquito adelante, te acuerdes de este cuento y
sepas si hiciste o no lo correcto. Leonardo Da Vinci dijo "Así como una
jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una
dulce muerte."
Todo esto deberían de contarnoslo desde chiquitos.
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