
Cuando éramos pequeños decíamos ojala fuéramos mayores, cuando
somos mayores lo único que queremos es ser pequeños, son las contradicciones de
la vida… Cuando lo tienes ya no lo quieres y cuando lo pierdes vuelves a
quererlo. Recuerdo esos momentos en los que nuestra mayor preocupación era no
salirnos de la raya al colorear, recuerdo cada clase de educación física
jugando al reloj, recuerdo cada clase de matemáticas en la que lo único que nos
preocupaba era no contar con los dedos por el miedo a que nos pillara el
profesor, recuerdo cada pilla pilla, cada escondite, cada “pupu pupu ha dicho
una palabrota” , cada baile del colegio, cada momento… Ahora en cambio
solamente nos quedan recuerdos, con el paso del tiempo creces, maduras, pierdes
la ignorancia y ves lo que realmente es la vida, empiezas a darte cuenta de que
no todo es color de rosa, de que nuestras preocupaciones son algo más que un
día castigado sin recreo, ahora en cambio nuestras preocupaciones es el no
saber que hacer con tu vida, el no saber cual es el camino correcto, el no
saber tus prioridades, estamos en una época de confusión llamada adolescencia,
según dicen es la mejor época de la vida pero yo, no opino lo mismo, sino todo
lo contrario esta es la época en la que realmente maduras a base de caer una y
otra y otra vez… y te das cuenta de que todo cambia totalmente, de que los
amigos de la infancia con el paso del tiempo se pierden, de que quien era tu
mejor amigo te puede traicionar y cuando te das cuenta de cada una de las cosas
que te quita la vida en forma de felicidad es cuando empezamos a madurar,
madurar no es otra cosa que saber que todos tus sueños no se cumplen, que todo
lo que quieres debes de luchar por ello, que ya no sirve de nada esos pequeños
lloros para conseguir cualquier objetivo, que llorando no se consigue nada y
que solamente tú tienes el dominio de tu vida y nadie más.